Miguel Gallardo
Autos arriba de las banquetas, puertas salidas o abiertas, cortinas extendidas de negocios, hoyos y hasta perros, son algunos de los obstáculos que enfrentan muchos invidentes. Al menos así lo expresó Nazario, de 48 años, quien acude al Centro Histórico de la ciudad en espera de la ayuda económica de las personas que pasan a su lado.
El hombre aceptó conversar con La Opinión de Santiago para exponer la situación que enfrenta cada día, con quien mencionó que hay personas a las que pide ayuda para tomar el camión y lo han mandado a otros lugares lejanos.
“Hace como un mes le dije a un señor que iba a tomar la ruta 41 ó 43 y me mandó en la 21 hasta 5 de Febrero y tuve que regresarme en la 133 que me deja en San Pedrito Peñuelas”, comentó el hombre quien dijo haber nacido en el municipio de Cadereyta y estar radicado en la capital del estado desde hace 30 años.
“Me di cuenta que no era el camión, porque uno ya sabe las vueltas que da y sentí que la trayectoria era distinta a la que yo conozco”, indicó Nazario.
Señaló que perdió la vista a los cinco años de edad y que ha recibido un par de operaciones, pero esto no le ha dejado buenos resultados, aunado a que tiene diabetes hace ocho años.
Ahora, acude a las calles del Centro, junto con su hermano que es dos años menor que él, con quien al término de su jornada se encuentra para volver a casa.
Nazario platicó que acude desde las 10 de la mañana hasta la una de la tarde, aunque cuando no le va bien prefiere quedarse a las tres o cuatro. Argumentó que lo que saca va de los 50 a los 100 pesos, por lo regular.
Con respecto al posible apoyo de las instancias de gobierno, no supo decir cuál área, pero agregó que en alguna ocasión le dijeron que iban a darle una ayuda económica, pero que al no estar viviendo con una persona que pueda ver entonces esto no iba a ser posible.
Argumentó que hay ocasiones en que la gente los ha corrido de algún lugar bajo el argumento de que “dan mal aspecto”.
Otro de los problemas es que se ha caído en porque hay hoyos en las calles y éstos nunca son tapados o reparados. Esto además de los problemas de los autos arriba de las banquetas, las puertas salidas y enfrentar a los perros que salen al paso a ladrarles.
Y por si esto no fuera poco, añadió que cuando transita por la banqueta hay personas que prefieren pasar del lado de la pared y dejarlos en la orilla.
Son parte de las vivencias de Nazario, quien compartió la idea de que “cuando una persona cae, lo que debe hacer simplemente es levantarse”.
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