Tras una primera fase en que fuerzas rusas atacaron masivamente las principales ciudades ucranianas al unísono, los esfuerzos de la ofensiva lanzada por Vladimir Putin se reconcentraron en la región oriental de Donbás, donde pretende capturar «el mayor territorio posible» bajo la justificación de defender a la población rusa.
Si la primera etapa se caracterizó por los intentos de abrirse paso rápidamente con bombardeos, artillerías de largo alcance y largos convoy de tanques como sucedió sin éxito en la capital Kiev, Rusia ahora está apostando un avance más metódico.
“Un ataque mucho más despacio que espera no solo capturar, sino mantener territorios y minimizar pérdidas», analiza Mathieu Boulegue, experto en asuntos militares rusos del Instituto Chatham House en Londres, Reino Unido.
Una nueva estrategia que, debido a la consistente resistencia ucraniana y sus contrataques, parece encaminarse a un punto muerto y vislumbra una guerra más larga de lo esperado.
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