Una semana después de que se declarara una ola de incendios en la zona centro sur de Chile, el fuego está lejos de ser controlado y el pronóstico de altas temperaturas, sequedad y vientos no mejora el panorama.
Más de 5 mil 600 brigadistas forestales y bomberos voluntarios, que cuentan con la ayuda de contingentes de México, Colombia y España, trabajan en la extinción de 89 de los 311 incendios que están activos, las peores cifras desde el comienzo de la actual crisis.
«Si sube la temperatura y aumenta el viento efectivamente podemos tener más problemas, y ya tenemos muchos incendios», explicó el teniente coronel Carlos Javier Martín Traverso, al frente del contingente militar español que llegó el domingo a Chile para colaborar con las labores de extinción.
Las llamas han arrasado más de 309 mil hectáreas en las regiones del Maule, Ñuble, Biobío y La Araucanía, una superficie equivalente a un tercio del territorio de Puerto Rico.
El presidente chileno, Gabriel Boric, anunció que se impondrá el toque de queda en las tres regiones devastadas por el fuego. Sin embargo, las zonas específicas, desde cuándo y los horarios de esa medida serán definidos próximamente por los jefes militares de cada región.
El recuento mantiene en 24 las víctimas fatales mientras que los heridos llegan a 2 mil 180. Los incendios han destruido completamente mil 180 viviendas y han dejado sin hogar a 5 mil 560 personas.
Hasta el momento existe el consenso científico de que el comienzo de los incendios en Chile es casi completamente responsabilidad humana, ya sea por intencionalidad o por descuido. Se habla del 99.7 por ciento de incidencia humana.
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