- De 12 ó 13 años no pueden ingresar al CIEMA, aunque hayan cometido delitos graves
- Las lesiones son la causa por la que más ingresan; “son muy peleoneros”
- Para la magistrada, Mariela Ponce Villa, es importante que los padres les den atención
Miguel Gallardo
A sus apenas 15 años de edad y con sólo tercero de primaria ya enfrentan procesos legales por haber cometido un delito, con lo cual se encuentran en el Centro de Internamiento y de Ejecución de Medidas para Adolescentes (CIEMA).
En entrevista con La Opinión de Santiago, Mariela Ponce Villa, magistrada presidenta del Poder Judicial del estado de Querétaro, aclara que dentro del CIEMA sólo puede haber internos de 14 años en adelante, a pesar de que el sistema incluye desde los 12.
“Nunca podemos internar a un adolescente de 12 ó 13 años, aunque haya cometido un homicidio, una violación o participado en un secuestro que son los delitos graves, por llamarles así; es decir, si el chico tiene 13 años o todavía no cumple los 14 no lo podemos internar”, afirma.
Refiere que como internos actualmente hay unos 28 menores de los que por cada 10 hombres hay una mujer. Incluso, en uno de los casos una de ellas, “Monserrat”, tuvo a su bebé y se le apoyó en lo necesario para que, al nacer y luego crecer, el pequeño fuera entregado a sus familiares y pudieran ingresarlo a una guardería.
Dice que al ser los menores de 12 ó 13 años y por haber cometido un delito éstos tienen medidas en libertad, pero sí son enjuiciables.
La magistrada presidenta, Mariela Ponce Villa, explica que se le puede declarar responsable al chico, pero nunca se le priva de su libertad al haber un principio en adolescentes que se llama “Autonomía Progresiva” en donde, de acuerdo con su edad, se le dan mayores responsabilidades y exigencias.
“Son diferentes formas de reacción, por eso tenemos tres grupos etarios en adolescentes: de 12 a 14, de 14 a 16 y de 16 a 18, ó antes de 18”, expone.
Reciben clases al interior
Con respecto a los menores que llegan con estudios truncos al haber de por medio un proceso que se le sigue, menciona que al interior reciben clases.
“Sí se les dan clases. Muchos adolescentes llegan, por ejemplo, de 15 años que es la edad promedio de la adolescencia y ahí es donde tenemos más personas en conflicto con la ley penal. Llegan con 15 años y tienen tercero de primaria, incluso puede haber casos con sólo el segundo grado”, indica la doctora en Derecho.
En ese sentido, asegura que si se detecta que alguno tiene tercero de primaria ahí se le dan clases como estar en la escuela
“Durante ocho años fui juez de adolescentes y después en la magistratura, pero cuando ya nos tocó la fase de ejecución, esa es la parte más humana del derecho penal, porque ahí veíamos transformados a los adolescentes”, puntualiza Mariela Ponce Villa.
Lesiones, el delito más recurrente
La funcionaria señala que el delito por el que más son llevados a la Fiscalía General del Estado es por haber causado lesiones al considerar que “son muy peleoneros, muy rijosos”.
“Tenemos estadísticas distintas con la Fiscalía, nosotros como Poder Judicial. Esto es porque cuando ven que es una conducta menor llaman a los papás y a la contraparte. Con mecanismos alternativos se soluciona la situación, que es lo que debemos de privilegiar en adolescentes, no judicializar todos los casos”, argumenta.
Agrega que así como son las lesiones la causa más común, también es por causar daños como es pintar graffiti.
La magistrada comenta que en ocasiones los adolescentes se pelean en las colonias y rompen vidrios, pero que en el caso de robo este delito sí llega las instancias de su jurisdicción.
“Si es un robo simple sin violencia, si es la primera vez que lo ocasiona no llega a Poder Judicial. Ya nos llegan los robos cuando Fiscalía Especializada de Adolescentes está detectando que el adolescente tiene ya un modo habitual de estar cometiendo robos chiquitos sin violencia, pero ya lleva cuatro o cinco, entonces ya lo llevan con un juez”, de acuerdo con lo informado por la titular del Poder Judicial en Querétaro.
La responsabilidad de los padres
Asegura que muchos de los adolescentes son víctimas de las circunstancias que viven en su casa, que es el lugar donde les toca nacer y crecer.
Llegó a escuchar a padres que dicen: “Me da mucha tristeza que haya pasado esto, porque a mi hijo lo metieron a la cárcel, pero gracias a esto me di cuenta que estaba fallando”.
Precisa que uno de los problemas es porque, tanto la madre como el padre, salen a trabajar, aunque deben dedicarse un espacio para convivir con ellos y no desatenderlos.
“Dice uno qué barbaridad, qué fuerte. Uno quisiera que una persona nunca pisara una cárcel y menos un adolescente. Entonces, que esto tenga que ver con fallas desde la familia, porque los padres están involucrados en el trabajo, ya que si no salen a trabajar no les dan de comer y ahora trabajan mamá y papá. Pero ese no es el tema, porque tampoco debemos criminalizar a los padres por esa razón”, añade.
De igual manera enfatiza que los adolescentes no deben sentirse libres totalmente, además de que se les debe mostrar cariño y afecto, ya que éstos son egocéntricos y carentes en un amor propio.
“A veces los papás, en la rutina del día a día, no lo hacen y lo van dejando. Eso genera que el adolescente se vaya asociando con amigos que están allá afuera y que traen las mismas carencias”, detalla.
La profesionista comparte que como padres es importante darse esos momentos, para que los adolescentes nunca se sientan solos y siempre haya alguien que esté pendiente de ellos.
Menciona que después de todo es satisfactorio verlos transformados, y que al salir ellos mismos expresan su agradecimiento por lo aprendido dentro del CIEMA.
“Es cuando digo que el sistema ha cumplido con su trabajo y que ahora a ellos le toca hacer lo que les corresponde allá afuera”, concluye Mariela Ponce Villa.
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