El pasado jueves, cinco personas fueron arrestadas por su implicación en la muerte del actor Matthew Perry, entre los que se encuentran su asistente personal Kenneth Iwamasa y dos médicos, quienes podrían enfrentar cargos de entre 10 años de prisión y cadena perpetua.
Se les acusa de haber inducido intencionalmente a la estrella de la serie Friends a una adicción a la ketamina, lo que lo llevó a una sobredosis accidental en su casa de Los Ángeles el 28 de octubre del año pasado.
La ketamina es un potente anestésico con propiedades psicodélicas que se usa como tratamiento para la depresión, la ansiedad y el dolor, y Perry lo tomaba como parte de una terapia supervisada para recuperarse de sus adicciones.
Tras su deceso, el informe de la autopsia señalaba que el nivel de ketamina en su sangre era equivalente a la cantidad que se usa para anestesia general.
De acuerdo con la investigación de la policía de Los Ángeles, uno de los medicos involucrados, Salvador Plasencia, le proporcionó frascos de ketamina al asistente personal de Perry para que se los suministrara, a pesar de conocer los peligros de la droga.
Anne Milgram, funcionaria de la Administración de Control de Drogas (DEA, en inglés), indicó que el actor buscaba un tratamiento para la depresión y la ansiedad, lo que lo puso en manos de «médicos sin escrúpulos» que vieron a Perry como una forma rápida de ganar dinero, refiriendo que le cobraban alrededor de dos mil dólares por un frasco de ketamina que en realidad sólo costaba 12.
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