Katia Lemus Barajas
El municipio de Querétaro, a través de la Secretaría de Cultura rindió homenaje al pintor mexicano Rufino Tamayo con una serie de piezas coreográficas reunidas en la producción de gran formato denominada “Tamayo El Infinito Cotidiano” que se presentó el pasado fin de semana en Plaza Fundadores para conmemorar los 125 años del natalicio del oaxaqueño.
Un prolongado aplauso del público y la palabra “bravo” al unísono coronó el estreno coreográfico, que tuvo como protagonistas a bailarinas y bailarines, quienes estuvieron bajo la dirección de Mariana Hartasánchez, Mauricio Ascencio y Luis Rubio con quienes trabajaron durante varios meses.
Como parte de la clausura del Festival Querétaro Experimental 2024, las y los bailarines realizaron un proyecto quienes a partir de algunos de los temas manejados por el pintor oaxaqueño llenaron el escenario de movimiento, luz y color, mientras que en la parte superior a través de una pantalla se reflejaron imágenes de las obras del pintor y muralista mexicano.
La compañía cumplió su cometido de honrar a Rufino Tamayo partiendo de la idea esencial que permea buena parte de su pintura: la lucha de los opuestos, reflejando en el escenario la mirada artística del pintor, inspirada en la esencia del pueblo mexicano, con sus raíces prehispánicas que la convierten en universal.
En el escenario 360, los bailarines desdoblaron su personalidad para construir ellos mismos varias deslumbrantes coreografías, proponiendo así un homenaje desde el arte de los cuerpos en movimiento a la vasta obra pictórica y mural del pintor oaxaqueño.
La conjugaron la música original de “Rojo”, la danza aérea, las proyecciones de gran formato y el despliegue de vibrantes coreografías que envolvieron a los asistentes a quienes condujeron a algunos emocionantes pasajes biográficos del artista.
De manera simultánea y como parte del proyecto, algunas marionetas de serpiente, el jaguar y la sandía, la fruta favorita del pintor, interactuaron entre el público sorprendiendo a grandes y chicos por el colorido y sus formas.
Cada una de las coreografías fueron apreciadas por el público quien no dejó de reconocer el esfuerzo, la creatividad y la destreza en cada una de las intervenciones de la puesta en escena.
En este homenaje coreográfico al pintor oaxaqueño se retomaron algunos temas, colores y conceptos propuestos en su vastísimo universo pictórico, para ofrecer un breve, pero profundo reconocimiento, partiendo de una mirada ritual y poética que bebe en la cosmogonía indígena mexicana.
En este homenaje a Rufino Tamayo pudo palparse la versatilidad y creatividad de los bailarines convertidos en coreógrafos y ejecutantes, pero también el amplio trabajo que realizó el personal de apoyo de la compañía en un vistoso diseño de iluminación y de vestuario.
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