
El mundo se despidió hoy de Francisco, un Papa cuya misión fue llevar la Iglesia a las calles, acercándola a los marginados y refugiados. A menos de una semana de su última misa de Pascua, donde saludó a los fieles con sus últimas fuerzas, su recuerdo sigue siendo intenso y conmovedor. Cientos de miles de creyentes y no creyentes, más de 200 mil según el Vaticano, se congregaron en Roma para una multitudinaria ceremonia que comenzó en la Plaza de San Pedro y culminó en la Basílica de Santa María la Mayor.
La vigilia comenzó temprano, con peregrinos llegando desde las 3:30 am para asegurar un lugar en la plaza. Muchos habían esperado desde las 5:30 o 6:00 horas, deseosos de presenciar el ritual milenario que siguió tradiciones centenarias. El funeral, oficiado por el cardenal Giovanni Battista Re, se convirtió en una cumbre política inusual, donde líderes mundiales como Donald Trump, Volodímir Zelenski y Ursula von der Leyen coincidieron en un contexto de tensiones geopolíticas.
La ocasión permitió encuentros bilaterales significativos, como el breve diálogo entre Zelenski y Trump en la Basílica de San Pedro, donde prometieron reunirse nuevamente para discutir el conflicto en Ucrania. Sin embargo, el Vaticano se esforzó por mantener el foco en la despedida del pontífice, un evento solemne, emotivo y sencillo, fiel a los deseos de Jorge Bergoglio.
Entre los asistentes, destacaron líderes internacionales como Emmanuel Macron, los reyes de España Felipe VI y Letizia, y los italianos Sergio Mattarella y Giorgia Meloni. La representación latinoamericana fue igualmente notable, con la presencia de Luiz Inácio Lula da Silva, Daniel Noboa, Luis Abinader y Xiomara Castro.
La ceremonia, marcada por lágrimas y recogimiento, reflejó el impacto profundo de Francisco en el mundo. Su legado, caracterizado por la cercanía a los más vulnerables y la promoción de la paz, resonó en cada palabra y gesto durante su despedida.
Be the first to comment