Los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales, de 78 años, y Joaquín Mora, de 80, fueron asesinados al interior de la iglesia de la comunidad de Cerocahui, en la sierra Tarahumara, Chihuahua, cuando le daban refugio a un hombre que era perseguido. Hasta ahora, el principal sospechoso es el líder criminal de la zona, José Noriel Portillo, alias “El Chueco”.
Según los testimonios, un hombre entró corriendo a la iglesia y lo venían siguiendo unos tipos que querían asesinarlo. Los sacerdotes Campos y Mora corrieron al escuchar los balazos. Uno de ellos fue a auxiliar al que acababan de asesinar y un sicario no dudó en acabar también con su vida. Otro cura trató de acercarse al criminal para calmarlo pero fue también acribillado. Tras la matanza, y siguiendo el mismo patrón del narco, buscaron la forma de deshacerse de los cadáveres. Ni siquiera le han permitido a los clérigos ofrecerles la debida sepultura por lo que la Diócesis de Tarahumara ha pedido en un comunicado que las autoridades hagan lo posible por rescatar los cuerpos y que cese la violencia de los últimos años.
La zona se encuentra asediada por el control del crimen organizado al igual que la mayor parte de la zona norte del país. “Vivimos constantemente amenazados y hostigados. Pero nunca habíamos llegado a este extremo”, explica Javier Ávila, uno de los principales líderes de la comunidad jesuita que trabaja en la sierra Tarahumara.
“El país, no solo la zona tarahumara, está arropado por una impunidad grosera, alarmante. Duele mucho, pero es una realidad. No ha habido nadie, en ningún sexenio, que diga ya basta”, denuncia Ávila.
Fuente: El País
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