Rusia lanzó una oleada de bombardeos coordinados y mortales contra varias ciudades de Ucrania, incluida la capital, Kiev, en represalia por el ataque que destruyó parcialmente un puente estrategico en la peninsula de Crimea.
Tras el ataque al puente, el presidente ruso Vladimir Putin había declarado que «no puede haber ninguna duda» de que la explosión fue concebida y llevada a cabo por los servicios de inteligencia de Ucrania, lo que consideró como un «acto de terrorismo» que buscaba destruir una pieza de importancia crítica de la infraestructura civil de Rusia.
El bombardeo ha sido la mayor campaña de ataques a Ucrania en meses y dejó al menos cinco muertos en Kiev. El ejército ucraniano afirmó que las fuerzas rusas habían disparado 75 misiles sobre ciudades de todo el país, en una serie de ataques que incluyó el uso de drones iraníes lanzados desde Bielorrusia.
«Se llevaron a cabo ataques masivos con armas de alta precisión de largo alcance contra la infraestructura energética, militar y de comunicaciones de Ucrania», dijo Putin y prometió respuestas «severas» en caso de nuevos ataques.
Paralelamente, el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, aliado de Putin, acusó a Ucrania de preparar un ataque contra su país, por lo que anunció el despliegue de tropas conjuntas con Rusia.
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