Cientos de Feligreses Acompañan a Jesús Camino al Calvario

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Katia Lemus Barajas

No importó que el Sol estuviera en su máximo esplendor y que el suelo estuviera tan caliente que parecía que de él salían lenguas de fuego, nada fue más importante para los 17 mil 500 feligreses que con gran devoción acompañaron al Nazareno camino al Monte Calvario.

La representación del suplicio de “El Rey de los Judíos” empezó cuando Poncio Pilatos le preguntó si realmente él era el enviado de Dios, y de ser así le exige que convierta el agua en vino para demostrarlo y le pide que se salve si realmente es “El Salvador del Mundo” y ante el silencio, pide que le traigan una cruz la cual debe cargar a cuestas.

Con esta escena es como inicia la edición 160 del Viacrucis de La Cañada El Viacrucis, como un ejercicio espiritual de gran arraigo y tradición en la fe católica la cual pretende reavivar en la mente y en el corazón de los feligreses, la contemplación de los momentos supremos de la entrega de Cristo por la redención del mundo, propiciando actitudes íntimas y cordiales de compunción de corazón y confianza.

Una a una recorrió las estaciones que relatan los distintos episodios de la Pasión de Cristo y entre las más significativas fue la sexta estación: «Verónica limpia el rosto de Jesús», quien como si fuera real, ella seca con delicadez su rostro ensangrentado por las espinas y la novena estación: “Jesús cae por tercera vez”, en ese momento la gente, espectante muestra un poco de compasión, incluso hay quien hacen el intento por levantarlo, pero la representación continúa.

Cada una de las estaciones fue personificadas con gran entrega lo que permitió a los asistentes vivir una experiencia de reflexión espiritual y renovación de la fe.

Históricamente la Undécima Estación es de las más significativas para la feligresía, principalmente por los niños, quienes acompañan a sus padres a ver cómo Jesús es clavado en la cruz y encima de su cabeza le colocan un trozo de madera con el acrónimo latino INRI, que se traduce al español como «Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos», esta inscripción colocada está en latín, griego y hebreo.

Junto con él dos ladrones también fueron crucificados, pero solo uno, reconoció en Jesús al hombre bueno y misericordioso que dio la vida por la salvación del mundo.

En el momento en que Jesús expiró se reafirmó el encuentro espiritual, donde la comunidad expresó su fe a través del arte, la participación y el compromiso colectivo.

Igual que en La Cañada, en El Marqués, en Santa María Magdalena, del municipio de Querétaro, en Tolimán y El Vegil, en el municipio de Huimilpan donde la fe y las ganas por mantener vivas estas tradiciones buscan eso, trascender.

 

 

Newsweek

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