El Aborto de Valeria

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Katia Lemus Barajas

Después de desnudarse por completo y colocarse la bata del hospital que dejaba descubierta su espalda, Valeria se quedó parada en la entrada del baño sin saber qué hacer o con quién dirigirse, pues en ese momento no había nadie que le diera nuevas instrucciones.

Su nerviosismo es evidente, pero tampoco es para menos, en México entre el 50 y 70 por ciento de los embarazos terminan en abortos espontáneos, según la guía de práctica clínica Diagnóstico y Tratamiento del Aborto y Manejo Inicial de Aborto Recurrente hecho por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Presionaba su mano sobre el vientre para mitigar un poco el dolor tan agudo que le irradiaba hasta la espina dorsal y aunque estaba absorta en sus pensamientos escuchaba el llanto al unísono de por lo menos tres recién nacidos y dos mujeres que gemían en los cubículos contiguos a donde ella esperaba.

Los gritos provocados por las contracciones que se les presentaban a estas mujeres durante el trabajo de parto primero eran espaciados, pero después se escuchaban cada 30 segundos por intervalos de 5 a 10 minutos.

Valeria tuvo que cubrir sus oídos con la ropa que traía en las manos y justo cuando estuvo a punto de llorar, la enfermera la agarró del brazo y le dijo que al final del pasillo había una camilla hasta donde le llevaría un banquito para ayudarla a subir.

Caminar por el pasillo fue una tortura pues tuvo que pasar por ocho camas, cuatro de cada lado; en dos había un par de mujeres que empezó con trabajo de parto, dos más que abrazaban a sus bebés intentando consolarlos para que dejaran de llorar “ya mi amor, ya, estoy aquí” y la otra exclamó “ya princesa, ya te voy a dar de comer”, otras dos estaban en observación por amenaza de aborto y el resto estaba en recuperación porque les tuvieron que hacer un legrado.

Al subir a la camilla, Valeria se quejaba por ese dolor intenso que provenía de vientre, por lo que la enfermera trató de calmarla, le vendó las piernas y pies y le colocó un pañal, al principio ella creyó que era por si le andaba del baño pues, en una primera instancia, entró al área de urgencias ginecológica por una infección estomacal y tenía el estómago suelto.

La enfermera, quien se identificó como Tere, le dijo que la canalizaría para ponerle un suero y que le aplicaría un medicamento para que disminuyera su dolor, pero inmediatamente Valeria le dijo que estaba embarazada y que por favor no le aplicara nada que pudiera afectarle al bebé pues ya tenía 13 semana y que prefería aguantarse.

La mujer, cuya categoría se clasifica como 08 (trabajadora que no tiene base y solo la llaman para cubrir vacaciones, incapacidad o cuando falta personal) mostró una sonrisa a la joven quien realmente estaba angustiada por su bebé.

Más tarde la doctora con una ligera sonrisa se presentó ante Valeria y le dijo sutilmente “soy la doctora Carrasco y seré quien esté al pendiente de ti”.

Al auscultarla su semblante cambió y con voz tenue dijo: “Valeria, no quiero engañarte, pero estás en proceso de aborto, el cuello de tu útero está muy abierto y en cualquier momento el bebé se vendrá, pero ella ya no escuchó lo que la doctora siguió diciéndole, se quedó hasta la palabra aborto.

La joven lloró inconsolablemente y le suplicó que salvara a su bebé, le dijo que no sabía cuánto había anhelado quedar embarazada.

Ella sintió las palabras de la doctora como un balde de agua helada y como poco a poco su mundo se derrumbaba, la doctora le explicó que una vez que el bebé saliera de manera espontánea debía hacerle un legrado.

En Querétaro está prohibido el aborto aun cuando el producto presente alguna malformación y en ningún hospital, ni público ni privado, realizan este procedimiento, pero la atención se le brindó a Valeria porque ella llegó al área de urgencia con un dolor intenso que al realizarle un ultrasonido el diagnóstico fue «aborto en evolución».

Para este procedimiento tampoco fue necesaria la intervención de la Fiscalía General del estado de Querétaro pues no había indicios de que ella hubiera hecho algo para abortar de manera intencional.

Un día después y tras no ceder el dolor con el medicamento que le aplicaron, la doctora solicitó un ultrasonido para saber si el bebé aún tenía latidos y minutos después de conocer el resultado le comentó a Valeria que lo sentía mucho, pero que el bebé ya no tenía latidos, al escuchar la noticia, el corazón de Valeria latió a mil por hora y su llanto y lamentos fueron inevitables.

Al tratar de calmarla, refirió que era necesario aplicarle un medicamento para que pudiera expulsar al bebé y poderle realizar el legrado, sin embargo, cuando la doctora realizó el tacto vaginal se vino el bebé. “Ya no es necesario aplicarte el medicamento, ya se vino el bebé, ¿quieres conocerlo? Exclamó.

Hundida en llanto ella solo asentó la cabeza y al incorporarse vio en la mano de la doctora a ese pequeño ser no pudo desarrollarse dentro de su vientre.

La doctora le comentó que el aborto ocurrió porque el feto no se desarrolló con normalidad, es decir, presentó una anomalía genética, cosa que a ella no le importaba porque al final de cuenta era su bebé.

De acuerdo con el Diagnóstico y Tratamiento del Aborto y Manejo Inicial de Aborto Recurrente, la mayoría de los abortos espontáneos se producen, en un 80 por ciento, en las primeras 12 semanas y el 20 por ciento restante de la semana 12 hasta la 20.

La doctora solicitó a Tere, la enfermera, un pequeño pañal para poner al bebé, quien ya tenía perfectamente desarrolladas sus piernas y brazos, pero que también era evidente una malformación en su cabeza, lo colocó ahí y pidió que le prepararan el quirófano pues era urgente operar a Valeria quien poco a poco se desangraba.

Tras varios minutos, la doctora la llamó en repetidas ocasiones “Valeria”, “Valeria”: “Valeria, me escuchas”, la joven reaccionó y le respondió con la cabeza; “te desmayaste, es necesario que te hagamos un legrado porque estás perdiendo mucha sangre”.

El camillero la llevó a la sala de operación a donde al poco tiempo llegó la doctora, quien le comentó que sería un procedimiento muy rápido y que no tenía nada de qué preocuparse, en ese momento la anestesióloga le preguntó que, si era alérgica a algo a lo que respondió que no, le pidió que se pusiera en posición fetal y le aplicó la inyección en la raquea, así que solo la mitad de su cuerpo quedó adormecido y después de varios minutos, inició el procedimiento.

Valeria escuchó la plática que sostenían las doctoras al tiempo en que la operaban y por si fuera poca su tortura, el tema de conversación fue que al momento en que dieron a luz, fueron asistidas, una por su amigo ginecólogo y la otra por una doctora a quien apreciaba mucho, eso hizo que Valeria llorara y sollozara por lo que al darse cuenta de lo que pasaba, le pidieron a la anestesióloga bloquearla completamente.

Mas tarde Valeria despertó, pero no sentía ninguna parte de su cuerpo, incluso no podía hablar y cuando la enfermera se acercó para tranquilizarla pues intentaba moverse para tratar de comunicarse.

“¡Tranquila todo estará bien, te tuvieron que sedar completamente, así que poco a poco irás recuperando la movilidad del cuerpo!”.

Finalmente, la doctora le adelantó que la darían de alta hasta que se le haya pasado por completo el efecto de la anestesia, así que cuando el tiempo transcurrió le llegó su alta hospitalaria, una receta en la que le prescribían antibiótico y otra hoja con una incapacidad de siete días.

Sola llegó al hospital y sola salió con el vientre y las manos vacías.

Actualmente Mayra Dávila Alvarado, fundadora de Adax Digital AC y el equipo legal con el que trabaja interpusieron un recurso de adhesión ante el Tribunal Colegiado luego de que los poderes Ejecutivo y Legislativo de Querétaro impugnaron la decisión de un Juez de Distrito que solicitó a la Legislatura Local reformar el Código Penal para que el aborto no sea punible.

 

 

 

Newsweek

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