Sobrevivir a la tortura de las ECOSIGs

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Por Osmin Reyes Manzano
Licenciado en Historia y Maestro en Ciencias Jurídicas por la UAQ

Los esfuerzos por reprimir la orientación sexual o identidad y expresión de género
(ECOSIG) son una tortura. Así lo ha declarado la ONU a través de su oficina contra la droga y el delito (UNODC, por sus siglas en inglés). Esto en el contexto de la presentación de la guía «Nada que curar», la cual está dirigida principalmente, pero no exclusivamente a profesionales de salud mental. Dicha guía es el esfuerzo conjunto de especialistas y académicos de la UNAM, del Consejo para prevenir y eliminar la discriminación de la CDMX (COPRED), la organización de la sociedad civil YAAJ y, por supuesto, los especialistas de la ONU.

La primera acepción de la definición de tortura es:»Castigo físico o psíquico infligido a una persona con el fin de mortificarla o para que confiese algo», en ese sentido la guía identifica situaciones de las ECOSIG, como:

*Coerción y falta de consentimiento
*Privación ilegal de la libertad
*Violencia verbal y amenazas
*Uso forzado de medicamentos
*Violaciones sexuales
*Terapias de aversión
*Electroshocks y Exorcismos
Subyace en todo esto la pretensión de hacer válida una sola orientación sexual: La heterosexual; por lo que se puede agregar el componente de odio hacia la diversidad sexual (Lesbo-Homo-Bi-Transfobia).


Mi testimonio:
Tenía 17 años cuando mis padres, engañados y absortos en la desinformación, me llevaron a congresos, conferencias y sesiones de»Exodus Latinoamérica» con la pretensión de que dejara de ser homosexual. En el camino, acudí con varios psicólogos y consejeros, así como con un neurólogo que me recetó antipsicóticos y antiepilépticos (por si se lo preguntan, no tengo epilepsia); todos estos esfuerzos fueron, evidentemente, en vano. La narrativa de Exodus se basa en la interpretación del relato bíblico de Sodoma y Gomorra y de cómo el dios de Lot destruyó la ciudad a causa de, según ellos, la homosexualidad. Este es el único relato donde este dios destruye toda una ciudad a causa de un pecado. Resulta relevante mencionar que, para un jovencito de menos de 18 años, en búsqueda de su identidad, aún en crecimiento, impresionable, con un rotundo amor por sus progenitores, inmaduro y sin prácticamente redes de apoyo; todo esto significó una interiorización de culpa de tal suerte que durante años le rondó por la mente la idea del suicidio. Imaginen un niño que, por no lastimar a ese dios, se lastimó a sí mismo.

Las secuelas están ahí. La culpa, la depresión, el deseo de no continuar, la vergüenza de ser quienes somos, la pérdida de la primera juventud para vivirla plenamente: ¿Caminar tomado de la mano de un novio? No sin ser objetos de
violencias ¿Besarnos en público? No sin que llamaran a la policía. ¿Presentar a la familia? Simplemente imposible. Pero no hay mal que dure 100 años. Un buen día tuve la oportunidad de ingresar a la universidad, de leer más de un sólo libro, de aprender, comprender y obtener un pensamiento crítico e histórico (estudié la licenciatura en Historia), tuve la oportunidad de conocer a más personas y entablar nuevas relaciones, de formar mi propia familia elegida y de ser aceptado tal y como soy. Tuve la oportunidad de marcar un hito histórico en la sociedad queretana al convertirme, junto con mi pareja, en ser los primeros en contraer matrimonio sin necesidad de un amparo, esto tras la reforma al código civil del estado, una deuda saldada, pero no es la panacea.


Hoy en Querétaro tenemos la oportunidad de impedir que niñas, niños y adolescentes tengan que pasar por algo similar. Estamos en la antesala para la presentación de una iniciativa legislativa que prohíba las ECOSIG. Y queremos que sean prohibidas porque son tortura, porque son antiéticas, porque no cuentan con evidencia científica válida, porque son moralmente inaceptables, porque atentan contra el derecho del libre desarrollo de la personalidad; pero también porque en una sociedad que respeta a los miembros de la diversidad sexual, donde brindan seguridad de ser una ciudad con calidad de vida, no habría necesidad de la demanda de estos «servicios», ni padres que caigan en dichos engaños. Señalar, castigar, acusar y prejuzgar es el camino fácil, aprender, comprender, guiar, abrazar; el camino difícil.

Twitter: OsminReyMan
Twitter: @FrenteQueretano
FB: Frente Queretano DNDEL

Newsweek

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